Mi pasión por las antigüedades
Era bien entrada la noche, creo que cerca de las tres de la madrugada, así me explico que decidiese contra toda lógica, viajar a través del portal del tiempo. Hace meses que no lo hacía, es peligroso. Uno nunca sabe lo que puede encontrarse al otro lado y ya he tenido suficientes aventuras como para saber los peligros que encierra traspasar la línea de lo políticamente correcto.
Pero era fiesta, no tenia que madrugar, estaba sola y era mi santo... porqué no cruzar sólo un ratito?.
Puse el reloj del tiempo y pensé en mi primer viaje, México. Entonces era más joven , recuerdo que deseé quedarme a vivir allí para siempre..., mientras recordaba,mi mano dió un cuarto de vuelta, escasamente me dió tiempo de cerrar los ojos y fuí lanzada hacia adelante con una fuerza que me derribó.
En escasos segundos aterricé en un suelo blando y hacia mi ,vino un perfume conocido, el olor de la vainilla.
Abrí los ojos y vi una extensión de árboles de frutos grandes y verdes como mangos maduros, eran árboles de vainilla y me empapé de su penetrante aroma. Sonreí, no podía estar en mejor lugar.
Comencé mi paseo entre la sombra que me proporcionaban sus ramas.
Todo era nuevo y a la vez conocido. Una pared de arbustos me cortaba el paso y como pude hice un hueco y pasé a través para encontrarme con una explanada donde se veían todavía los restos de un antiguo palacio azteca, ahora olvidado.
Me acerqué latiéndome el corazón a mil por hora, pero no había nadie, solo la hiedra ocupaba el lugar donde hacia siglos fué construido el palacio real del Tlatoani de Yautepec.
Era como si el tiempo se hubiese detenido para siempre en aquel lugar que tenia un halo de sagrado.Entre las ruinas, un destello captó mi atención... me acerqué y comprobé que algo sobresalía de la tierra, posiblemente desenterrado por algún animal.
Era una vasija mejicana, llena de polvo de siglos, calculé aproximadamente que sería del 1430-1520 AD, época del palacio.
Seguí excavando con avidez, y fueron apareciendo más ánforas e instrumentos que no pude precisar, pero todos antiguos y maravillosos con ese increible olor a ... vainilla!
Desperté encima de la mesa de trabajo, en mi casa y sonreí... otra vez me habia quedado dormida, soñando como siempre!, pero el olor a vainilla era real, alcé la vista y ante mi tenia unas galletas antigüas, desteñidas con polvo de azúcar, eran vasijas y utensilios que no pude precisar, pero reales y hermosas.
Un escalofrio recorrió mi espalda y recordé algo. Ten cuidado con lo que sueñas, porque tal vez, algún día, se haga realidad....
Son unas galletas preciosas,felicidades por tu trabajo!
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