No me gustan mucho las fiestas, ya he vivido tropecientas fiestas del Pilar y he comido, bebido y bailado hasta dolerme el último de mis huesos, así que en estas fechas lo único de lo que tengo ganas es de huir donde no haya ruido.
Como estamos en crisis, la única opción era el turismo rural, así que me he ido al pueblo, pero esta vez cargada con dos cajas enormes llenas de utensilios para hacer galletas.
Esto es lo que me he traido.
Los vampiros
Una bota muy peculiar
Ahora un caldero...
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